jueves, 12 de marzo de 2020

¿Hay hueco en el cine para los ilustradores?

Estoy totalmente segura de que si pregunto por el futuro de un joven artista la mayoría dirá que es pasar hambre (a mí me lo han dicho, vaya). O si hablo del dibujo en el cine lo primero que te vendrá a la mente, seas quien seas tú, lector, serán los metrajes animados de Disney. En este caso la pecadora fui yo, cuando se me pidió que escribiera sobre ese tema. Sin embargo, a poco que se medita e investiga el asunto, una encuentra muchas más relaciones entre esas dos disciplinas artística.

Así, además de en la animación, la pintura encontró y sigue encontrando en la cartelería cinematográfica, los decorados o incluso la caracterización de personajes un interesante cauce expresivo. Da igual que con el tiempo las técnicas varíen y el lápiz y el cartón piedra se sustituyeran por el croma y el Photoshop. O que los teóricos se partieran los cuernos defendiendo la independencia del séptimo arte con respecto a disciplinas ya consagradas como la pintura. El cine no puede avanzar si no es codo con codo con el dibujo.

Los orígenes: decorado y caracterización

El origen del cine suele situarse en inventos tales como el taumatropo, el zoopraxiscopio o el quinetoscopio. Todos estos aparatos tenían en común que partían que una imagen estática, ya dibujada, ya fotografiadas. De hecho, los hermanos Lumiére trabajaban en el taller fotográfico familiar cuando crearon el cinematógrafo. Por su parte, George Méliès, además de ilusionista, amante del teatro y otras tantas cosas, era aficionado a la pintura e ilustrador. Esto queda patente en sus films, más elaborados en su dirección y edición, por la fantasía de sus decorados y personajes.

Cartelería a lo largo del tiempo

Sin embargo, si hay un ámbito donde destaca la relación entre cine e ilustración ese es el de la cartelería cinematográfica. De hecho, la fotografía no se introdujo en este campo hasta los 60 y 70, y aún así lo hizo combinándose con la ilustración y manteniendo la relevancia de la tipografía.


En cualquier caso, las corrientes pictóricas de cada época han marcado los carteles de las películas. Así, en ellos puede verse la influencia del art decó hasta la psicodelia del último cuarto del siglo XX, alcanzando el minimalismo en nuestros días.


La magia del director de arte

El director de arte, production designer en EEUU o escenógrafo antiguamente, es el encargado de vigilar la puesta en escena. Todo lo que aparezca en el plano, y la forma en que aparezca, estará pensado por él. Él diseñará los decorados y se encargará del atrezzo. Por lo tanto, el director de arte tiene que trabajar en conjunto con el de fotografía y el de vestuario y maquillaje con tal de dar homogeneidad estética al conjunto. Así como el director le da significado, el director de arte le otorga belleza a la toma. Y seamos sinceros, un buen director de arte, como un buen director, puede hasta disimular un mal guión (¿cuántas películas te han atrapado solo por su colorido y su estética, y a pesar de que su historia parezca más un queso emmental que otra cosa? Pues eso, ¡magia!).



Por eso opino que, a la pregunta del título, la respuesta será afirmativa. Aunque la técnica cambie y el ilustrador deba formarse en nuevas tecnologías, la presencia de la ilustración en el cine es indiscutible. Y como esta industria hay muchas más, así que si eres un artista empezando sus andanzas y por todas partes oyes eso de que busques un "trabajo de verdad", ya ves, no te desanimes.

domingo, 16 de febrero de 2020

Parásitos, Us y las jerarquías

Estoy convencida de que Us y Parásitos cuentan la misma historia, solo que una mejor que otra. Ya sé que las comparaciones son odiosas y, en muchas ocasiones, absurdas. Pero también sé que mediante comparaciones es que el ser humano llega a comprender el mundo. Comparamos lo que no conocemos con lo que sí, establecemos analogías y correlaciones, y entonces entendemos lo que no entendíamos. Además, no son pocos los conceptos que han de partir necesariamente de una comparación. La estatura, por ejemplo: si uno es alto, lo es en relación a otros. Lo mismo pasa con la bondad: no se puede decir que algo es sencillamente bueno. Y menos cuando resulta que se parece mucho a otra cosa.

Vayamos por partes: ¿por qué "la misma historia"?

Vale, no, eso fue una exageración; no cuentan "la misma historia", sino que tratan el mismo tema. Ambas películas abordan las jerarquías sociales, la desigualdad (desde luego, desde el simbolismo que proporcionan conceptos como "arriba" y "abajo"). Dejadme desgranar esto un poco:

Por cierto, a partir de aquí habrá SPOILERS a mansalva, así que si no las habéis disfrutado aún, mejor no sigáis leyendo y corred al cine o a la página pirata que más soláis frecuentar.

  1. Us (2019, J. Peele) trata de cómo una familia afroamericana es atacada por sus clones, con los cuales el gobierno experimentaba una extravagante forma de sometimiento masivo (los clones no pueden hacer otra cosa que imitar a sus originales, algo así como cuando gemelos idénticos se ven separados de niños y acaban llevando vidas terroríficamente semejantes, más allá de los diferentes contextos). Dejando de lado la reflexión que me suscitó en su momento, relacionada con las redes sociales y nuestro afán absurdo por imitar el estilo de vida que nos vendemos a nosotros mismos, Us habla sobre jerarquías, sobre opresores y oprimidos. Y lo lleva hasta su consecuencia más lógica: Us habla sobre rebelión.
  2. Por su parte, Parásitos, en el idioma original Gisaengchung (2020, Bong Joon-ho), muestra a una familia surcoreana llevando una vida miserable: tanto el padre como la madre son parados de larga duración, lo cual condena a sus hijos a la pobreza ya que no pueden continuar estudiando. Dicho así suena muy dramático, pero en absoluto: juro que en la película todo eso se plasma con bastante sentido del humor (yo, al menos, me reí bastante). El caso es que encuentran a una familia de clase alta y se van introduciendo, a base de embustes, en su casa. Que si ésta hace de la psicóloga del niño, que si el otro da clases particulares a la  niña, que si éste le quita el puesto al chófer, que si aquella sustituye al ama de llaves... Y aquí es cuando las similitudes con Us abogian, pues la anterior ama de llaves escondía a su marido en un sótano secreto, y como señala el inesperado personaje:
    "Bueno, mucha gente vive bajo tierra".

    A este descubrimiento seguirá una lucha entre "los de abajo" por ver quién se queda al cobijo de la generosa sombra de los Park. Esta deliciosa tragedia culmina no cuando los marginados se matan entre sí, sino cuando en mitad de su euforia homicida, la conciencia de clase aflora y también muere el señor Park.
Hasta aquí todo bien. Los paralelismos quedan claros y yo no parezco ya demasiado chalada, sino solo un poco.

Ahora bien, ¿por qué "una mejor que otra"?

Allá vamos. Lo que me decepcionó de Parásitos fue que, ya al final, Ki-jung (el hijo de la familia marginada) promete que estudiará, trabajará duro y liberará a su padre. Es decir, Ki-jung decide no rebelarse contra el sistema, no asaltar la Bastilla ni decapitar a todo dios, sino someterse a las reglas del Antiguo Régimen. Ki-jung opta, contra toda lógica, por integrarse en la sociedad (al parecer ha olvidado que no, no tiene la posibilidad de estudiar porque son incluso más pobres que al principio de la historia).

En conclusión

Parásitos me parece una película cobarde a un nivel simbólico. Retrata una realidad (las desigualdades sociales, el clasismo) sin tener las agallas que hacen falta para llevar la cuestión hasta sus últimas consecuencias (en mi opinión, la okupación). Parásitos cuestiona, pero sin atreverse a ofrecer una respuesta a la cuestión. Parásitos, a diferencia de Us, no se moja.

jueves, 7 de noviembre de 2019

Los youtubers también escriben bien

¡Lectores, el escritor marginado ha muerto!

A menudo una escucha (o se le escapa, todo sea dicho) un resoplido de aburrimiento ante la sección que muchas librerías han inaugurado en los últimos tiempos: «Libros de youtubers». Los razonamientos que siguen al resoplido suelen poner en entredicho el valor real que esos textos puedan tener para el nobilísimo arte de la literatura, normalmente sin haber ni siquiera mirado la sinopsis, y por lo general los tiñe cierto rencor («solo los publican porque tienen muchos followers»). Desde luego, existe más de una razón por la que ese discurrir es además de mezquino, erróneo:
  1. Tener muchos seguidores no es algo fácil, te lo digo por experiencia propia, que lo mío me ha costado hacerme con mis tristes 800 seguidores como bookstagramer. Piénsalo: los usuarios (personas con una determinada formación y unos gustos y opiniones tan válidos como los tuyos o los míos, no lo olvidemos) no siguen a cualquiera, sino solo a quienes son capaces de crear un contenido lo suficientemente interesante como para hacerles desear más (otro vídeo, otro post...).
    — ¡Pero, eh, que hay gente que compra seguidores falsos!
    Desde luego, siempre habrá farsantes y timadores dispuestos a inflar los números con tal de lucrarse engañando a marcas incautas, pero no por ello se ha de perder el espíritu democrático, ¿no?
  2. Por otra parte, cabe tener en cuenta que las editoriales no dejan de ser empresas cuyo fin, lógicamente, es hacer dinero. Así, por muy maravilloso que sea un texto, si no creen que tenga posibilidades en el mercado, no les interesará. Y si, por el contrario creen que sí, le darán una oportunidad.
    – ¡Lo que yo te decía! Los libros de esos influencers se publican solo porque tienen tirón, nada más.
    A ver, a ver, dejemos el "solo": que los influencers tengan en cierta medida ventas aseguradas no significa necesariamente que el contenido sea de menor calidad.
  3. No obstante, añado este tercer apartado y recalco lo dicho en el primero: si ese Fulano de YouTube, o de la red social que sea, ha sido capaz de crear un contenido tan genuino y llamativo como para cautivar a miles de personas, ¿porqué sobre el papel ha de ser malo su trabajo? No digo que en cada influencer se encuentre un nuevo y mejorado Cervantes, sino solo les doy el beneficio de la duda porque, quién sabe, quizá generalizar sea un error.
Llegados a este punto, creo que la conclusión es clara: lo que nos duele de que esos chiquillos carismáticos escriban y tengan éxito no es sino que, al hacerlo, contradicen el tópico romántico aquel, tan extendido, por el cual el escritor es un ser diferente, incomprendido y marginado, a lo Baudelaire. Nos duele porque, si fracasamos en nuestros empeños artísticos, ya no nos quedará el consuelo de ser como él (y poder así echarle la culpa al mundo, por no querer leernos). Los influencers nos dejan sin coartada.

Terapia de choque

Todo eso fue lo que descubrí mientras leía Brujas y nigromantes: Hermandad, de Raquel Brune (más conocida como Raquel Bookish), una novela que vio la luz hace apenas unos meses.


Reconozco que empecé la lectura con tanta curiosidad como reticencia. Esto se debió a que, aunque no podía llamarme más la atención el que una chica que hablaba de feminismo en Instagram escribiera sobre brujas, ya había visto también en esa red social alguna crítica negativa. ¿Por qué? Pues porque el grueso de la trama la ocupa un trío amoroso.
– ¡Pff! Youtuber tenía que haber tras la pluma.
Ya, bueno, sin pasarse. Yo tampoco pude evitar sentirme algo decepcionada al ver que, en efecto, me encontraba ante otro trío amoroso mágico. Además, ¿por qué si una historia tiene una protagonista femenina parece que casi por defecto la trama girará en torno al amor, independientemente de que se encuadre o no en el género romántico? Vamos, que me parece un poco falocétrico el tópico ese de "conocerle me puso la vida patas arriba", pero me callo que no quiero meter spoilers.
Eso ocurre sobre todo durante la primera mitad del libro, donde la fantasía es más bien algo secundario. Sin embargo, y como a todo el que espera le ha de llegar su recompensa, más adelante el asunto se pone interesante. No solo porque los hechizos irrumpen al fin en escena con sus ilusiones y luces (que también), sino porque los personajes cobran mayor profundidad y verosimilitud, sus sentimientos fluyen y la acción se desata. Aquí fue cuando comencé a disfrutar como una enana.
Otro punto a favor de este libro es el estilo de la autora, que por un lado tiene la virtud de ser ameno y ágil sin caer en lo simple, y por otro maneja con una destreza envidiable los ritmos narrativos y la tensión.
Por todo ello me parece una novela interesante para los amantes de la literatura romántica juvenil tanto como a los que la fantasía urbana no les desagrade, así como para los valientes coleccionistas de ladrillos: el tomo tiene nada más y nada menos que 544 páginasy solo es el primero de una trilogía (sin contar los diversos relatos que la editorial Hidra regala al comprar las novelas en su página web: Las gatas doradas, Cuaderno de hechizos para brujas modernas y Guía de poderes y habilidades de las brujas modernas).

¿Conocíais de antes a la autora? ¿Os animáis o habéis animado ya a leerla?


Puntuación dada en Goodreads: 📕📕📕📕/5

sábado, 1 de junio de 2019

Por qué las relaciones tóxicas son necesarias (en la literatura), pero el machismo aburre (siempre)

Que vivan los conflictos

Relaciones tóxicas en la literatura ha habido desde que hay literatura. Si no me crees, dime, ¿qué es eso que hubo entre Heathcliff y Catherine Earnshaw? Exacto, una relación súper tóxica que los hizo a todos muy infelices. Pero Cumbres borrascosas no solo es un clásico, sino que además engancha, y mucho.
Esto se debe a varias razones, según alcanzo a entender:
  1. Los personajes conflictivos son mucho más verosímiles que los personajes ideales. Y donde hay verosimilitud, hay empatía. Yo, al menos, tiendo a identificarme más con un personaje al que a veces le salen las cosas mal o se equivoca que con alguien perfecto.
  2. Póster de "La boda de mi mejor amigo", donde se rompe con el cliché de las relaciones tóxicas del género.
    Los personajes conflictivos dan mucho más juego a la hora de desarrollar una trama sorprendente.  Así, un personaje respetuoso y con un mínimo de sentido común jamás aparecerá el día de tu boda para reventarla (¡con todos los gastos que conllevan esos festejos, cielo santo!). Solo un personaje muy egoísta pasaría por alto tus sentimientos hacia el novio en favor de los suyos por ti.

El verdadero problema con las relaciones tóxicas en la literatura

Entonces, si no es la toxicidad de los personajes ni de sus relaciones, ¿qué es lo que hay en la literatura romántica juvenil de hoy que levanta tantas ampollas? ¿Por qué Crepúsculo o Cincuenta sombras de Grey me parecen tan reprochablemente cutres? ¿Qué es exactamente lo que apesta en After?
Pues bien, en mi opinión es por dos cosas:
  1. Su falta de originalidad y lo trasnochado de los ideales de los que parten. Si te fijas, la historia es exactamente la misma: ella siempre es una mojigata ingenua y sumisona y él un mamarracho controlador y posesivo que contrarresta sus estupideces derrochando dinero y justificándose en lo irracional y arrebatado de su amor. Si no caen en el «la maté porque la quería» es únicamente porque un asesinato no cuadra dentro el género romántico.
  2. Su final, que, contra toda lógica, suele ser feliz. Porque es obvio que la felicidad para las mujeres, según el discurso subyacente a estas obras, es casarse y tener bebés con una bestia transformada en príncipe mediante la magia de la paciencia y la absoluta obediencia femeninas.

Ejercicio de reescritura

No obstante, criticar sin ofrecer ninguna solución es como no haber dicho nada. Por eso, llegados a este punto, me parece necesario dar algunos consejos para romper con el patrón «chica virgen cae en las garras de malvado seductor y contra todo pronóstico acaban viviendo una maravillosa historia de amor». Se me ocurrieron tras escuchar el audiolibro de After (si queréis ver cómo los pongo en práctica podéis echarle un ojo a este relato mío en Wattpad). Ahí van:
  1. Intercambia los géneros de los protagonistas. Porque, fuera caretas, nosotras también podemos ser el agente tóxico. Igual que también ellos pueden ser sumisos. Por todas partes veo novelas donde los dominantes son los hombres, ¿qué tal si desempolvamos la figura de la dominatriz?
  2. Toma protagonistas que no sean heterosexuales o muestra relaciones que no sean binarias. En la comunidad LGTBI+ también existen historias de amor de esas que sería mejor olvidar. No digo que no existan libros protagonizados por este colectivo, pero sí que si hay una relación abusiva, será heterosexual. Por cierto, sobre novelas juveniles protagonizadas por personajes LGTBI+ os recomiendo este video:

  3. Da un final infeliz. Tampoco digo que sea algo tan apoteósico como don Juan siendo arrastrado a los infiernos por el Comendador. Pero que al menos no acaben comiendo perdices con arroz de color rosa en el pelo, por favor.

En conclusión

Tener personajes conflictivos o mostrar relaciones tóxicas no me parece el problema de la literatura romántica actual. De hecho, creo que eso es precisamente lo que ha convertido en auténticos fenómenos de ventas Crepúsculo, Cincuenta sombras de Grey o After. El problema reside en el enfoque machista que las domina, según el cual se normaliza e idealiza la violencia de género. Además, relega a lo anecdótico (cuando no a la nada más absoluta) la diversidad tanto de sexualidades como de modelos de feminidad y masculinidad. Y no hay nada más aburrido que la homogeneidad.
¿Os animáis vosotros también a hacer una reescritura de alguna de estas historias? ¿Se os ocurren más formas de mejorarlas?