jueves, 7 de noviembre de 2019

Los youtubers también escriben bien

¡Lectores, el escritor marginado ha muerto!

A menudo una escucha (o se le escapa, todo sea dicho) un resoplido de aburrimiento ante la sección que muchas librerías han inaugurado en los últimos tiempos: «Libros de youtubers». Los razonamientos que siguen al resoplido suelen poner en entredicho el valor real que esos textos puedan tener para el nobilísimo arte de la literatura, normalmente sin haber ni siquiera mirado la sinopsis, y por lo general los tiñe cierto rencor («solo los publican porque tienen muchos followers»). Desde luego, existe más de una razón por la que ese discurrir es además de mezquino, erróneo:
  1. Tener muchos seguidores no es algo fácil, te lo digo por experiencia propia, que lo mío me ha costado hacerme con mis tristes 800 seguidores como bookstagramer. Piénsalo: los usuarios (personas con una determinada formación y unos gustos y opiniones tan válidos como los tuyos o los míos, no lo olvidemos) no siguen a cualquiera, sino solo a quienes son capaces de crear un contenido lo suficientemente interesante como para hacerles desear más (otro vídeo, otro post...).
    — ¡Pero, eh, que hay gente que compra seguidores falsos!
    Desde luego, siempre habrá farsantes y timadores dispuestos a inflar los números con tal de lucrarse engañando a marcas incautas, pero no por ello se ha de perder el espíritu democrático, ¿no?
  2. Por otra parte, cabe tener en cuenta que las editoriales no dejan de ser empresas cuyo fin, lógicamente, es hacer dinero. Así, por muy maravilloso que sea un texto, si no creen que tenga posibilidades en el mercado, no les interesará. Y si, por el contrario creen que sí, le darán una oportunidad.
    – ¡Lo que yo te decía! Los libros de esos influencers se publican solo porque tienen tirón, nada más.
    A ver, a ver, dejemos el "solo": que los influencers tengan en cierta medida ventas aseguradas no significa necesariamente que el contenido sea de menor calidad.
  3. No obstante, añado este tercer apartado y recalco lo dicho en el primero: si ese Fulano de YouTube, o de la red social que sea, ha sido capaz de crear un contenido tan genuino y llamativo como para cautivar a miles de personas, ¿porqué sobre el papel ha de ser malo su trabajo? No digo que en cada influencer se encuentre un nuevo y mejorado Cervantes, sino solo les doy el beneficio de la duda porque, quién sabe, quizá generalizar sea un error.
Llegados a este punto, creo que la conclusión es clara: lo que nos duele de que esos chiquillos carismáticos escriban y tengan éxito no es sino que, al hacerlo, contradicen el tópico romántico aquel, tan extendido, por el cual el escritor es un ser diferente, incomprendido y marginado, a lo Baudelaire. Nos duele porque, si fracasamos en nuestros empeños artísticos, ya no nos quedará el consuelo de ser como él (y poder así echarle la culpa al mundo, por no querer leernos). Los influencers nos dejan sin coartada.

Terapia de choque

Todo eso fue lo que descubrí mientras leía Brujas y nigromantes: Hermandad, de Raquel Brune (más conocida como Raquel Bookish), una novela que vio la luz hace apenas unos meses.


Reconozco que empecé la lectura con tanta curiosidad como reticencia. Esto se debió a que, aunque no podía llamarme más la atención el que una chica que hablaba de feminismo en Instagram escribiera sobre brujas, ya había visto también en esa red social alguna crítica negativa. ¿Por qué? Pues porque el grueso de la trama la ocupa un trío amoroso.
– ¡Pff! Youtuber tenía que haber tras la pluma.
Ya, bueno, sin pasarse. Yo tampoco pude evitar sentirme algo decepcionada al ver que, en efecto, me encontraba ante otro trío amoroso mágico. Además, ¿por qué si una historia tiene una protagonista femenina parece que casi por defecto la trama girará en torno al amor, independientemente de que se encuadre o no en el género romántico? Vamos, que me parece un poco falocétrico el tópico ese de "conocerle me puso la vida patas arriba", pero me callo que no quiero meter spoilers.
Eso ocurre sobre todo durante la primera mitad del libro, donde la fantasía es más bien algo secundario. Sin embargo, y como a todo el que espera le ha de llegar su recompensa, más adelante el asunto se pone interesante. No solo porque los hechizos irrumpen al fin en escena con sus ilusiones y luces (que también), sino porque los personajes cobran mayor profundidad y verosimilitud, sus sentimientos fluyen y la acción se desata. Aquí fue cuando comencé a disfrutar como una enana.
Otro punto a favor de este libro es el estilo de la autora, que por un lado tiene la virtud de ser ameno y ágil sin caer en lo simple, y por otro maneja con una destreza envidiable los ritmos narrativos y la tensión.
Por todo ello me parece una novela interesante para los amantes de la literatura romántica juvenil tanto como a los que la fantasía urbana no les desagrade, así como para los valientes coleccionistas de ladrillos: el tomo tiene nada más y nada menos que 544 páginasy solo es el primero de una trilogía (sin contar los diversos relatos que la editorial Hidra regala al comprar las novelas en su página web: Las gatas doradas, Cuaderno de hechizos para brujas modernas y Guía de poderes y habilidades de las brujas modernas).

¿Conocíais de antes a la autora? ¿Os animáis o habéis animado ya a leerla?


Puntuación dada en Goodreads: 📕📕📕📕/5