martes, 29 de enero de 2019

El amor no todo lo puede, Margaret

Soy muy indecisa, tengo que admitirlo. Terroríficamente indecisa, a decir verdad; cualquiera que haya tenido la desgracia de ir conmigo a comprar casi cualquier cosa sabrá que no exagero. Por eso, cuando voy a alguna librería, suelo dejarme llevar por la opinión lectora de quien me esté atendiendo en ese momento. Así fue como descubrí al maravilloso Terry Prattchet, porque me apetecía leer algo de fantasía pero no tenía nada concreto en mente y había demasiadas opciones interesantes ante mí, de modo que le dejé al chaval de la chapita en el pecho que me vendiera lo que quisiera. Y acertó, ya lo creo que acertó (en serio, os recomiendo muchísimo su saga de las Novelas del Mundodisco).
También de este modo llegó a mis manos la novela distópica que pretendo comentar en esta reseña, Por último, el corazón, de la canadiense Margaret Atwood. Sí, la de El cuento de la criada, esa misma Margaret, aunque si aún así no os suena ni os hacéis una idea de su calibre literario, cito el siguiente párrafo de la contraportada:
"Dueña de una de las mentes más lúcidas del panorama literario actual, Margaret Atwood es no sólo una institución de las letras canadienses, sino también una figura relevante que se ha volcado en la promoción de la literatura y la protección del medioambiente. Esta novela se inscribe en el ámbito de la ficción especulativa, género en el que Atwood ha cosechado algunos de los mayores éxitos de su formidable bibliografía."
Compré esta novela en Navidad, como regalo para mí misma ya que ni a los reyes ni a Santa Claus les dio por fomentar mis vicios. Aunque, no obstante, sí que había entrado en el establecimiento buscando algo concreto. Quería comprar El cuento de la criada, pero se les había agotado, así que dejé a la librera seducirme con los títulos que a ella más le habían enamorado.
El libro que manejo, editado por Salamandra, es una tercera edición del 2018, aunque la primera en español se remonta al 2016 (en el original, en inglés, se publicó en el 2015). Y aunque es de tapa blanda, es un tomo considerablemente grande, y no lo digo sólo por sus más de 400 páginas. Me costó 20€ justos y, por cierto, lo voy a sortear en mi cuenta de Instagram una vez alcance los 700 seguidores (just saying).
Pero vayamos a lo importante: ¿de qué trata esta historia? A mí me parece que en la sinopsis de la contraportada aparece algún spoiler (no entiendo a la gente que escribe estas cosas, en serio), pero aquí os la dejo:
"Víctimas de la debacle económica, Stan y Charmaine se instalan en el coche tras perder su casa. Malviven gracias a los escasos ingresos que ella consigue en un bar de poca monta. Es entonces cuando llama su atención un anuncio acerca del Proyecto Positrón, un experimento social en el que los habitantes de la idílica ciudad de Consiliencia se dividen en dos grupos que alternan su modus vivendi cada treinta días: mientras el cincuenta por ciento se recluye en la Penitenciaría Positrón para mantener el sistema, la otra mitad disfruta de plena libertad y lleva un estilo de vida propio de la clase media. Al cabo de un mes, intercambian sus roles: los libres ingresan en prisión y los encarcelados se instalan en las viviendas que ocupaban los nuevos reclusos, haciendo uso común de todos los objeto, enseres y aparatos. Agotado el entusiasmo inicial, Stan y Charmaine no tardan en percatarse de que Consiliencia no es el paraíso que habían imaginado y pronto se ven envueltos en una serie de aventuras disparatadas, atrapados en un torbellino de lujuria que les hará cuestionarse sus valores y sentimientos más profundos."
Esto sería lo que sucede en, más o menos, el primer tercio o incluso la primera mitad del libro (yo por eso prefiero muchas veces no leer las sinopsis; me gustan las sorpresas). 
La verdad es que me gustó mucho cómo empieza; me parece que describe muy bien cómo es la vida cuando caes en el lado feo del sistema actual, me gusta cómo en esta historia nos mete en la piel de una pareja desahuciada que se ve obligada, después de haber trabajado muy duro, a sobrevivir en la calle. Sin embargo, el Proyecto Positrón me dejó un poco contrariada; reconozco que esperaba algo parecido al experimento de la cárcel de Stanford (si picáis os encontraréis con el trailer de la peli más reciente, si no me equivoco, aunque hay otras, además de un documental muy interesante, aunque si no tenéis tiempo para verlo aquí os dejo un resumen). No obstante, la idea que plantea también es muy interesante: las ciudades gemelas de Consiliencia-Positrón pretenden ser una unidad autosuficiente donde todos pueden vivir bien por igual, pero no lo consiguen ya que todo el proyecto se planteó desde el modelo capitalista, es decir, Consiliencia-Positrón no tienen como fin garantizar de forma altruista una vida digna a los participantes, sino sacar beneficios económicos. Se trata, pues, de una distopía porque presenta un concepto de sociedad ideal, utópica, y lo retuerce y distorsiona hasta hacer que pase de ser deseable a ser detestable y terrorífica. Y eso me encanta.
Otra cosa que me encandiló de este libro fue cómo está escrito, cómo el narrador es capaz de mostrarnos los sentimientos de los personajes y su evilevolu evolución: Margaret escribe aquí en tercera persona, si bien se introduce en sus cabezas para ofrecernos de forma indirecta sus pensamientos y deseos, y también los cambios que en ellos se produce al enfrentarse a esas nuevas situaciones. Aunque nada es inesperado o inverosímil: ya desde el inicio entrevemos en la dulce y pasiva Charmaine una vertiente amante del riesgo, de la aventura. Una vertiente no satisfecha por Stan, que es un rancio y un machirulo (no sé cómo más expresarlo sin hacer spoiler). En cualquier caso, a mí Charmaine y Stan me parecen una pareja con profundos problemas que lo mejor que podrían hacer el uno por el otro es divorciarse y buscarse a otro ser humano que les permitiera realizarse no solo en parte. PERO BUENO, como el libro está escrito en clave humorística, no voy a darle más vueltas a su relación.
De todas estas problemáticas, que son en verdad las reflexiones de fondo que vertebran toda la trama, ya se avisa en la contraportada; no estoy inventando nada:
"La desbordante imaginación de Atwood, arropada por un mordaz sentido del humor, da vida a una novela que, si bien gira en torno a un fenómeno tan actual como la progresiva extinción de la clase media, incide también en los entresijos de la pareja moderna, desvelando de forma inquietante su intimidad, sus crisis, sus demonios y fantasías. Una punzante obra de uno de los escritores más talentosos de la narrativa contemporánea"
Y ahora lo que NO me gustó de la novela: el final. No me gustó nada de nada. De  hecho, me decepcionó mucho; me parece que todo el mensaje del libro, toda la reflexión y la crítica, explotan en el montón de confeti y purpurina del "vivieron felices y comieron perdices". Toda la evolución de los personajes queda en nada con ese final, porque vuelven mágicamente al inicio, a la mediocridad de su sueño americano. Pero no solo es un final que odiara por Charmaine y Stan, sino también por el resto del elenco de personajes, porque ni siquiera tiene el menor sentido para ellos.
Por otra parte, cuando comienzan los líos amorosos no pude evitar pensar en 1984, de George Orwell, y esto no es algo positivo, ya que a mí esa historia no me gustó en absoluto (ya, ya sé que acabo de soltar un sacrilegio, pero es que soy más de Un mundo feliz, de Aldous Huxley, qué le voy a hacer).
En cualquier caso, creo que de todas las reflexiones que ofrece la novela, me quedo con ésta, de la página 207:
"Al repasar su vida, se ve tendido sobre la tierra como un gigante cubierto de hilos minúsculos que lo tienen inmovilizado. Hilos minúsculos de inquietudes insignificantes, preocupaciones pequeñas y miedos que se tomó en serio en un momento. Deudas, horarios, la necesidad de dinero, el anhelo de comodidades; la melodía pegadiza del sexo, repitiéndose una y otra vez como un bucle neuronal. Ha sido la marioneta de sus propios deseos reprimidos.
No debería haberse dejado enjaular allí, apartado de la libertad por un muro. Pero, ¿qué significa ya la libertad? ¿Y quién lo ha enjaulado, quién ha levantado ese muro? Lo ha hecho él solo. Con tantas decisiones pequeñas... La reducción de sí mismo a una serie de datos numéricos en manos de otros, controlados por otros. Tendría que haber abandonado las ciudades desintegradas, huido de la vida encorsetada e incómoda que llevaba. Tendría que haber salido de la red electrónica, haber tirado todas las contraseñas, haber deambulado por la tierra como un lobo famélico, aullándole a la luna."
Porque yo también me la he planteado muchas veces. Huir, desaparecer del mapa, vagar por la tierra, refugiarme de la vida en, yo qué sé, Tailandia... ¿A quién puede esa idea no tentarle? Aunque hay que reconocer que Charmaine tiene toda la razón cuando se muestra así de pragmática (página 302):
"Cuando pasas la mano por delante del dispensador de papel higiénico suena una melodía. Es el himno del Together; viene de alguna canción antigua que hablaba de no tener ni un céntimo y llevar ropa mugrienta y tener que seguir adelante, hombro con hombro, todo más o menos parecido a cuando Stan y ella vivían en el coche; pero en la canción nada de eso importa, porque los dos están juntos y entonan una canción. Una canción sobre estar juntos, para el restaurante llamado Together.
Esa canción miente. No tener dinero sí importa, y también tener que llevar ropa andrajosa. Y precisamente porque importa, Stan y ella se unieron al Proyecto."
En conclusión, tengo sentimientos encontrados con esta novela. Por una parte la recomiendo porque me encanta cómo escribe Margaret Atwood; me fascina su habilidad para tejer una historia ágil e interesante sin olvidar temas de actualidad. Aunque por otra parte está ese final... Sólo por ese final de comedia romántica cutre donde el amor todo lo puede quemaría este libro.

Puntuación dada en Goodreads: 💔💔💔/5

lunes, 14 de enero de 2019

Ningún dragón de carne y hueso

Pensaba dedicar la tercera reseña del blog a hablar de A lo marciano (1955) una antología de relatos de apenas 190 páginas del prolífico y famoso Isaac Asimov (1920-1992), puesto que con ella empecé el año. Además, de que el tomo que yo manejo es un libro viajero de los de bookcrossing, de modo que me daba una excusa para hablar de esta genial iniciativa (os dejo la web aquí). Eso es lo que pensaba hacer. Sin embargo, en una de mis escapadas a la biblioteca municipal me topé con El amor y la lectura, una novela corta de Silvia Tarragó Castrillón (1968) que me gustó tantísimo como para echar por tierra todo lo que ya tenía más o menos esbozado sobre Asimov y empezar de cero a tres días de la fecha límite que me autoimpuse para publicar reseña. Aunque siendo sincera, también ayudó a inclunar la balanza en este sentido el hecho de que las anteriores dos publicaciones de este blog trataran textos escritos por hombres, y ya iba siendo hora de meter a alguna autora, ¿no?
Pero antes de lanzarme con ello, aquí os dejo un genial resumen de la biografía de Asimov porque creo que conocer ciertos detalles de su vida ayuda mucho a no juzgarlo con demasiada furia cuando sus personajes femeninos se comportan de forma más bien estúpida. Por si os gusta la ciencia ficción y os animáis a leerlo.

Puntuación dada en Goodreads: 👽👽👽👽/5

Dicho esto, allá vamos.
El minúsculo tomo de El amor y la lectura, de apenas 104 páginas (agradecimientos y demás textos anexos incluidos), fue publicado el año pasado por la editorial Comanegra. y según aparece en la contraportada, se puede adquirir por unos 14.50 euros. La sinopsis es la siguiente (prometo no hacer más spoilers de los que aparecen en ella, que son bastantes, por otra parte):
"A sus cuarenta y un años, tras su separación, Jordi ha tenido que volver a vivir con sus padres. El día de su santo, su madre se acerca a la nueva librería del barrio para comprarle un libro que lo anime. Cuando Ana, la librera, recibe la misión de encontrar una lectura para alguien «a quien no le gusta leer» se sorprende, pero acepta el reto. Ana será, en este caso, el «caballero» que liberará a Jordi de las garras de un monstruo terrible: la aversión a la lectura. Lo conquistará libro a libro, sin agobiarlo ni mirarlo con condescendencia, y él terminará por enamorarse... no solo de los libros. En esta gesta, el amor y la pasión serán los verdaderos protagonistas."
Antes de seguir diciendo nada sobre la historia, quiero señalar que me he encontrado con algunos lectores que lo califican de retelling, y NO, NO ES UN RETELLING. Un retelling es que una versión de algo preexistente, como hace Anne Rice en La Bella Durmiente, o más reciente, Sarah J. Maas en Una corte de rosas y espinas. El amor y la lectura, en cambio, no versiona la historia popular de la que se parte, sino que la mantiene como referencia de una metáfora. De ahí que en la sinopsis la palabra caballero aparezca entrecomillada, porque en verdad no hay un caballero con su armadura y su espada, ni ningún dragón de carne y hueso escupiendo fuego y sembrando el caos. O que los mismos personajes sean conscientes de la existencia de ese cuento hasta el punto de aparecer participando de la tradición a la que da lugar. En la página 56 la misma voz narradora deja claros los términos de la metáfora:
"Era, precisamente, la autenticidad que latía en cada obra la que había impulsado a Ana a abrir la librería y a luchar contra la desafección lectora. El dragón temible que devoraba el criterio de las personas para someterlas al dictado despótico de la inmediatez.
Y desde hacía unas semanas la batalla se concentraba en salvar a Jordi de sus garras afiladas."
De modo que si coges este librito esperando encontrar un retelling, lo máximo que conseguirás será llevarte un chasco tremendo (esta es la explicación que encuentro a que la mayoría de puntuaciones en goodreads sea de tres estrellas, a que la mayoría se topó con algo distinto a lo que buscaba).
Por si no la conocéis, dicha tradición, característica de Cataluña, consiste en regalar un libro y una rosa el 23 de abril, ya que, según la leyenda, en un pasado remoto un dragón temible asolaba un pueblo, exigiendo víctimas cada día. Al principio, se le entregaban ovejas y demás animales del ganado, hasta que al fin se los comió a todos. Entonces se estableció un sorteo por el cual cada día alguien aleatorio sería sacrificado al monstruo, con tan mala suerte de que la hija del rey salió elegida. Sin embargo, justo cuando el malvado dragón se disponía a devorarla, apareció un caballero, Sant Jordi, que lo mató atravesándole el corazón con la espada. De la sangre que cayó al suelo nació un rosal, y el apuesto héroe le regaló una de sus rosas a la princesa. Ella, a cambio, le regaló un poema de amor. Yo crecí en Cataluña y de pequeña me fascinaba este relato, pues es de los que por un día se hace realidad y una puede ver las calles inundarse de flores y libros.
Aunque no sólo la trama de El amor y la lectura se desarrolla de forma paralela a la de la leyenda, sino también su estructura, de modo que encontramos la novela dividida en:
"Primera Parte
EL DRAGÓN
«Solo obtienes algo de los libros si eres capaz de poner algo tuyo en lo que estás leyendo», Sándor Márai"
"Segunda Parte
EL CABALLERO
«No hay dos personas que lean el mismo libro», Edmund Wilson"
"Tercera Parte
LA ROSA
«El tiempo para leer, al igual que el tiempo para amar, dilata el tiempo de vivir», Daniel Pennac"
Además de un anexo que, en mi opinión, debería formar parte de la tercera parte en vez de encontrarse aislado de ella (esta es la única pega que le veo al libro, la verdad).
En cualquier caso, lo que realmente me tocó la patata y sacó alguna lagrimilla no fueron las menciones a la leyenda de Sant Jordi ni los paralelismos que se establecen con ella, sino la naturalidad y verosimilitud con que surge la historia de amor entre los personajes. Su relación se aleja de los manidos clichés de la literatura romántica, según los cuales parece que sólo los jóvenes pueden enamorarse, e invariablemente las chicas admiten ser calificadas de virginales y sensibleras ("ángeles del hogar", que diría mi profesora de literatura inglesa) capaces de corregir con su bondad al chico malo/hombre duro y maduro que hasta el momento había dedicado su vida al sexo ligero y ser un capullo. Y es que los protagonistas de Silvia Tarragó son dos cuarentones que, por una causa o por otra, se encuentran solos y empezando de cero, y en los cuales una no podría encontrar una pareja más llamativa: ella es una periodista convertida en librera y él, un cabeza de familia sin familia al que no le gusta leer.
Con respecto al final, quizá haya quien crea que todo lo que esta historia propone es aquello que nos soltaba el de Grease, que tienes que cambiar para satisfacer las expectativas de tu pareja, pero nada más lejos de la realidad: esta historia habla del amor a la literatura, de cómo los libros nos pueden dar puntos de vista nuevos desde los que observar el mundo y redescubrir que la vida merece la pena, y de que si no te gusta leer es solo porque no has encontrado el libro indicado en el momento oportuno. No en vano el subtítulo con el que nos encontramos es: "un camino para la felicidad a través de la literatura". Ana cambia a Jordi, es cierto, si bien no para satisfacerse a sí misma, sino para ayudarle a ser feliz.
Por último, otro contra que la gente encuentra en El amor y la literatura es, precisamente, su longitud, pues ello no permite desarrollar más tramas que la principal. Sin embargo, a mí esto me parece un acierto, ya que todas las lecturas que Ana le recomienda a Jordi son, precisamente, breves. Y porque no es lo que les pasa o sus relaciones con el mundo lo relevante, sino lo que sienten. El amor y la lectura trata de la evolución emocional a través de los libros, o dicho de otra forma, de cómo Jordi se va enamorando de la palabra escrita y reencontrándose con la felicidad perdida. ¿Y la ex de Jordi? ¿Y sus hijas? ¿Qué hay de las amigas de Ana? Quizá nos quedemos con la curiosidad de saber más sobre los secundarios, de penetrar más en esa libresca Barcelona en la que viven (ahora que lo pienso, no estoy segura de que se explicite la ciudad en ninguna parte), pero no creo que desarrollar más esos aspectos realmente fuera pertinente.

Puntuación dada en Goodreads: 🌹🌹🌹🌹🌹/5

Por cierto, yo leí El amor y la lectura con la lista del Spotify "Coffee table jazz" de fondo, que os recomiendo muy mucho porque es súper relajante y chula y además creo que le pega muchísimo a esta historia.